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jueves, 30 de diciembre de 2010

¿Un Cuento de Navidad?

Tras los días de descanso preceptivos tras el logro de nuestra meta, nos disponemos a continuar llenando de reservas nuestro cuerpo y nuestra alma para que nos permitan afrontar con máximas garantías la preparación específica para el maratón, yo calculo que sobre Julio o Agosto del próximo año.

El martes pasado comenzamos nuevamente nuestra actividad y acudí a la clase de cycling en mi club deportivo www.clubdeportivomarisma.com , a la que tan habitualmente me entrego cuando no me estoy preparando ninguna carrera. Fue super divertida; canté y disfruté como nunca. El miércoles 23, trotamos Rafa y yo 45 minutos y el Jueves celebramos el 36 cumpleaños de nuestro amigo Leo con unos estupendos brindis en nuestro bar de cabecera, "La Manuela", aderezados previamente con una carrerita juntos los tres, no exenta de una copiosa, fría y ventosa granizada que hará que nos acordemos del bendito aniversario durante tiempo.
Las fiestas navideñas, como habitualmente, las pasamos juntos en familia y como tradicionalmente hacemos el día 25, disfrutamos realizando un recorrido a carrera continua antes de comer, redescubriendo cada año un paisaje maravilloso y dureza nada desdeñable, por las cercanías del pueblo de mi madre; Lamadrid.

La verdad es que pasamos una nochebuena superdivertida recibiendo a nuestro particular Papa Noel en directo y después de atravesar los inevitables momentos de huracán familiar generado por las pequeñas discusiones de los enanos de la familia, esta vez porque la sopa no era de letras sino de lluvia y por los un poco menos pequeños enfrentamientos entre padres-hijos adolescentes, encontramos el momento para reencontrarnos con las dotes musico-escénicas de todos los que allí compartimos mesa y mantel.

El buen sabor de boca con el que nos fuimos a dormir ayudó a que disfrutaramos aun más de nuestro recorrido.

con toda rotundidad puedo afirmar que la recuperación tras la carrera del pasado Domingo en Vitoria ha sido fenomenal.






Para acabar, hoy quiero compartir este artículo publicado en el Diario El País edición del País Vasco. 22/12/2010

Su título: ¿Cuento de Navidad?


Por: BELÉN ALTUNA

Parece un cuento de Navidad, pero no lo es. ¿O sí? Estamos en Flandes y es el 24 de diciembre de 1914. La Primera Guerra Mundial va por su quinto mes y millones de soldados se apiñan en la red de trincheras que cruza la campiña europea. Cae la noche con su aire glacial. De pronto, los soldados alemanes empiezan a prender velas en los arbolitos navideños que les han enviado al frente para elevar su moral. Comienzan a cantar las canciones aprendidas de niños, Noche de paz, y otras tantas. En la trinchera de enfrente, los soldados ingleses escuchan atónitos. Algunos de ellos comienzan a aplaudir a sus enemigos, e incluso a imitarles y cantar sus propios villancicos, que son, a su vez, recibidos con aplausos desde las trincheras alemanas.


Varios hombres de los dos bandos salen a gatas y empiezan a cruzar a pie la tierra de nadie para encontrarse con sus contrarios; pronto les siguen centenares. Se dan la mano, comparten cigarrillos y dulces, hasta se enseñan las fotos de sus familiares y bromean sobre el absurdo de la guerra. Se dice que jugaron más de un partido de fútbol y que la camaradería continuó hasta que la noticia llegó a sus respectivos generales. Generales que pronto fruncieron el ceño y que tomaron medidas fulgurantes para meter en vereda a sus tropas, temerosos de que la tregua navideña pudiera minar la moral militar. Los enemigos debían de recordar que lo eran, y actuar en consecuencia. Como se sabe, a esa noche de paz siguieron muchos días de guerra.


El episodio histórico, bien documentado, lo relata Jeremy Rifkin en su monumental La civilización empática. He aquí una lectura apasionante para los osados. Un libro que resume las más recientes aportaciones en neurología, psicología, sociología, historia y economía para confluir en una misma tesis, una tesis entusiasta y persuasiva: nuestra civilización es cada vez más empática. Es decir, estamos dejando de creer en la cantinela de que la vida es "una guerra de todos contra todos", de que sólo nos mueve el egoísmo y el interés propio. ¿Por qué se supone que es más "natural" ese estado belicoso que el hecho de reconocernos como semejantes y ponernos en la piel del otro? ¿Por qué calificar, por ejemplo, aquel acercamiento navideño de 1914 como algo excepcional, y no como nuestra tendencia natural? ¿Por qué no empezar a pensarnos, enseñarnos y juzgarnos como Homo empathicus?


Realmente, siempre me ha parecido curioso lo que ocurre en Navidad. ¿Cómo explicar esta proliferación de conciertos solidarios, maratones solidarios, partidos de fútbol solidarios, etcétera? Estas fechas tienen algo que empuja hacia esa "tierra de nadie", a salir de la trinchera, a mirar al otro. Pero, ¿por qué ahora, por qué sólo o preferentemente ahora? ¿Por qué como paréntesis y no como norma?